Tras la depción que me llevé en Uros, una estafa para turistas en toda regla, me dirigí hacia Llanchón para conocer el lago Titicaca alejado de los lugares más concurridos.
Aunque te parezca barato, te recomiendo olvidarte de los taxis y tomar un colectivo para llegar allí: una auténtica experiencia en Perú por cuatro duros. Estos minibuses van parando en los pueblos por los que pasa para recoger más pasajeros, todo un festival de colores y sombreros que las mujeres portan con mucho orgullo.
Llachón, un pueblecito rural, ofrece unas vistas fantásticas del lago Titicaca. Aprovecha para alojarte en uno de los albergues de la gente del lugar y prueba la trucha pescada en el lago el mismo día, para mí fue un momento maravilloso. Un bonito camino sube hasta los magníficos paisajes, pero te aconsejo que vayas despacito al caminar, pues a esta altitud te puedes quedar fácilmente sin aliento. Para mí, esta etapa es imprescindible en un viaje por Perú.