A mí personalmente me encantó Bialystok. Me topé con un ambiente muy particular que después ya no encontré en el resto del país. Está muy cerca de Bielorrusia. Hay muchos inmigrantes bielorrusos y ucranianos, por lo que la ciudad tiene una identidad cultural rica y diversa. Sin embargo, lo que es la ciudad en sí tiene pocos monumentos y pocas actividades turísticas.
Además, Bialystok está a pocos kilómetros de Bialowieza, un parque natural magnífico. Se trata de uno de los últimos bosques primarios que quedan en Europa y todavía pueden verse bisontes y una gran biodiversidad animal y vegetal. La ciudad está a pocos kilómetros de la frontera con Bielorrusia. Puedes ir y volver en el día, aunque según tu nacionalidad es posible que necesites un visado para poder entrar.
En suma, Bialystok no es un destino imprescindible, pero, si estás por la zona, puede estar bien acercarse.