A pesar de tener una afluencia masiva de turistas que vienen a visitar las cataratas durante todo el año, me sorprendió gratamente comprobar que Puerto Iguazú ha sabido conservar su clima de tranquilidad. Tan pronto como uno se aleja del centro de la ciudad, la vegetación subtropical inunda todo el paisaje. Las palmeras invaden los jardines y las calles no pavimentadas dejan entrever una tierra de color rojo intenso. Se produce un bonito contraste de colores.
Visitar las cataratas es realmente sencillo. Los autobuses salen de la estación central a diferentes horas a lo largo del día hacia las cataratas, tanto hacia el lado argentino como al brasileño. Además, hacen escala en los hoteles, por lo que deberás informarte en recepción. Es la solución más barata.
Cuando definas la ruta de tu viaje a Argentina, no te olvides de que se puede llegar a Puerto Iguazú en vuelo directo desde Buenos Aires y Salta.
El ambiente de Puerto Iguazú es muy tranquilo. Se está a muy gusto e incluso es relajante, ya que la ciudad se sitúa en plena selva. Nada que ver con Buenos Aires. Se llega, o bien en autobús (atención a las distancias , Puerto Iguazú se encuentra en el extremo norte), o bien en avión. Después toca un recorrido por la jungla, en algún transporte, claro, para ir abriendo boca del magnífico enclave de las cataratas de Iguazú. ¡Incluso podrás ver tucanes por el camino!
En el centro de la ciudad, hay restaurantes y tiendas turísticas cerca de la estación de autobuses. Si tienes tiempo, podrás cruzar la frontera brasileña para ver las cascadas desde el otro lado de forma muy sencilla. Los hoteles y los albergues juveniles salen como setas. No cuesta nada encontrar habitación en el último momento. Puerto Iguazú existe sobre todo por el turismo.