Durante una de mis visitas a Cuba tuve la oportunidad de recorrer el sur en velero. De este modo descubrí magníficos islotes con playas de arena blanca. Me puse las aletas, la máscara y el tubo y me sumergí en el mar para admirar los peces multicolores que habitan en sus cálidas aguas: peces ballesta (cochinos), peces cirujanos, langostas, rayas, tortugas... ¡Hay de todo! Cuando metas la cabeza bajo el agua, no sabrás hacia donde mirar ante tal desfile de hermosos animales. Tendrás la impresión de estar en un acuario.
Eché el ancla cerca de este “cayo” de aguas turquesas. Bordeé la extensa playa y fui a charlar con un grupo de turistas. Venían de Varadero en catamarán para pasar el día. A la vuelta visitaron el delfinario. ¿Nunca has soñado con nadar entre delfines? A pesar de que están domesticados, vivirás una gran experiencia y podrás volver a casa con una foto rodeado de estos inteligentes mamíferos.
Por lo tanto, si no puedes recorrer la costa sur en velero, no dudes en hacer una excursión para disfrutar de las bellezas naturales del mar.
Anteriormente llamada Cayo Blanco del Sur, la isla recibió el nombre de Ernst Thälmann en 1972 cuando el gobierno cubano se la ofreció a Alemania a cambio de los derechos de mercado del azúcar en Europa. Sin embargo, ¡Fidel Castro desmiente en la actualidad haber hecho este don!
Es una pequeña isla de unos quince kilómetros de longitud por 500 metros de ancho. Por supuesto, encontré en el lugar todas las ventajas propias de las islas cubanas: cocos, arena fina, aguas turquesas, peces multicolores y la posibilidad de practicar deportes acuáticos. En resumen, una isla paradisiaca entre tantas otras alrededor de Cuba, pero bastante agradable.
En la isla Ernst Thälmann puede encontrarse una variedad particular y rara de coral negro, así como numerosas aves e iguanas. La isla no está habitada, exceptuando los turistas de paso duranteun viaje en Cuba.