No te dejes engañar, no cojas el famoso tren de vapor de Harry Potter, el tren normal, dos veces más barato, hace exactamente el mismo trayecto. Además, estarás más cómodo porque todo el mundo se apiña en el otro.
Después de pasar media jornada en el tren contemplando la magnífica landa escocesa y sus paisajes de otro tiempo, llegarás a Mallaig maravillado por el viaje. Pero pronto te desilusionarás: no hay nada que hacer allí, y la ciudad ni siquiera es bonita. Compra un billete para atravesar el brazo de mar que se encuentra en frente de la ciudad y llegar a Skye lo más rápido posible. Al menos que hayas tomado el tren o el ferry, no hay ninguna razón para venir a este rincón de Escocia.
Tendrás la impresión de llegar a un pueblo sacado directamente de una película de Ken Loach: lúgubre y gris, cuya única actividad consiste en beber pintas viendo la tele en los pubs.