Aunque el campo que la rodea es muy verde y agradable, la ciudad de Stirling es bastante sosa y no merece la pena entretenerse demasiado allí. Puedes visitar el Stirling Castle, una fortaleza preciosa con algunas murallas que datan del siglo XIV, aunque no te lo aconsejo verano porque puede estar atestado de turistas.
También hay otras atracciones a las que creo que merece la pena echar un vistazo, como el Wallace Monument, erigido en honor al célebre héroe nacional William Wallace. Tampoco me olvido de la Battle of Bannockburn Experience, una atracción en 3D para sumergirse en el pasado de forma muy realista. El casco histórico también tiene muchos museos y un montón de viviendas e iglesias antiguas.
La ubicación de Stirling ha jugado un papel estratégico durante siglos. Su castillo, que data del siglo XII, fue atacado y sitiado en numerosas ocasiones. Aquí, William Wallace, figura emblemática de la independencia escocesa, derrotó a los Ingleses en el siglo XIII.
El recorrido completo del castillo te llevará unas cuantas horas y te sumergirá en la historia de la localidad. Durante mi visita, me llamó la atención el gran tamaño del castillo y la panorámica que ofrece del campo de los alrededores: uno se imagina poder avistar desde ahí a los enemigos desde kilómetros a la redonda. También, tengo un recuerdo muy vivo de los enormes tapices de la Capilla Real. Para entender mejor la historia del país, visitar este castillo sigue siendo imprescindible durante tu viaje a Escocia.
Si vas a estar por la zona durante unos días, visita el monumento de William Wallace en Abbey Craig. Esta torre, erigida en memoria de los héroes, ofrece una bonita vista del valle de Forth. En todas partes de Escocia se encuentran estatuas de William Wallace, pero ésta que está a los pies del monumento representa, (por desgracia, o por suerte para los aficionados), el del papel de Mel Gibson en la película Braveheart.