Torrey es un pueblo minúsculo de unos 200 habitantes compuesto de algunas calles y de varias casitas de madera, que da la impresión de ser algún lugar del llamado Far West, abandonado desde hace un siglo. El lugar tiene mucho encanto, escondido en una llanura, con las primeras rocas del Parque Nacional vecino en el horizonte. Dan ganas de quedarse allí varios días, disfrutando de su ambiente relajado.
Por supuesto, fui a este pueblo durante mi viaje por Estados Unidos porque es la puerta de entrada al Parque Nacional de Capitol Reef. Debo reconocer que, aunque el pueblo está lleno de encanto, el parque natural me convenció menos, ya que después de haber visto seguidos el Gran Cañón y el Parque Nacional Tierra de Cañones este me pareció menos impresionante.
Aun así, el sitio tiene unos paisajes preciosos de cañones y rocas rojas esculpidas por el tiempo. Quizá este es un buen lugar para comenzar un itinerario por el oeste de Estados Unidos.