Salt Lake City es una ciudad que me fascinó y disgustó a partes iguales. Situada en un valle rodeado de montañas, el entorno es muy agradable y te hace sentir bien. Al contrario que otras metrópolis de Estados Unidos, el centro no es nada agobiante. Es de tamaño manejable y tiene algunos edificios históricos interesantes. Además, la región que la rodea es realmente increíble, y podrías quedarte un mes entero solo explorando las riquezas que ofrece Utah.
Sin embargo, recorriendo las calles de Salt Lake City es difícil quitarse de la cabeza que casi todos sus habitantes son mormones y que, por tanto, creen en una religión que muchos de nosotros consideraríamos como una secta. Las referencias a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son continuas y la vida social de sus habitantes sigue estando muy influida por sus prácticas, como, por ejemplo, en el caso del alcohol o del matrimonio.