La opinión que comparten muchos, Wellington es con mucho una de las ciudades más atractivas del país. En primer lugar, el acondicionamiento del mar ha hecho del sitio un lugar adecuado a los paseos, si bien en ocasiones hay demasiado viento. Además ha sabido conservar un ambiente y un estilo de vida que le brindan un encanto que pocas ciudades han conseguido tener.
Me gustó mucho caminar por las calles de la capital y descubrir las tiendas tan peculiares. Mi estancia también estuvo marcada por la visita al Museo Nacional Te Papa, que está repleto de información histórica, social, geográfica, biológica... y así sucesivamente. Si solamente puedes visitar un museo durante tu recorrido por el país, escoge este.
Los grandes aficionados al Señor de los Anillos seguramente se dirigirán a los estudios de producción Weta Workshop, de Peter Jackson, o a los diferentes lugares de rodaje ubicados cerca de la ciudad.
Por último, Nueva Zelanda no es demasiado conocida por su gastronomía, Wellington es la expcepción que confirma la regla. Con numerosos restaurantes y bares, tuve la oportunidad de probar platos muy refinados de una cocina eleborada.
Tercera ciudad más poblada del país, Wellington sigue siendo una capital pequeña, en la que es agradable pasar unos cuantos días durante un viaje por Nueva Zelanda. Es apodada la windy city, y no sin razón, porque a menudo sopla un viento huracanado. Ubicada en una falla sísmica, la ciudad sufrió el pasado año un importante terremoto que afortunadamente no provocó demasiados daños.
Visité la ciudad en dos ocasiones y con un tiempo terrible: lluvia, vientos fuertes y un ambiente con niebla. Aproveché mi tiempo para hacer una visita al museo Te Papa Tongarewa, el lugar perfecto para descubrir la cultura neozelandesa, y en especial la herencia maorí. Con seis niveles, podrás pasarte allí un día entero e incluso más si quieres explorar todos sus tesoros.
Me gustó mucho la vista de la ciudad desde el monte Victoria, al que se accede fácilmente a pie desde el centro de la ciudad. También te recomiendo aprovechar las vistas desde el jardín botánico, subiéndote al encantador Wellington Cable Car.