Ciudad de origen de los derviches giróvagos, orden musulmana sufí y antigua capital selyúcida, a Iconio no le faltan los monumentos históricos. Sus visitantes estarán encantados de subir por esta ciudad de alrededor de un millón de habitantes para ver sus impresionantes mezquitas y el laberinto de callejuelas medievales alrededor de su mercado, donde se exponen las alfombras tradicionales originarias de la región.
Sin embargo, enseguida de me di cuenta también de que Iconio es una ciudad industrial y un centro económico, con una parte nueva que se ha construido de forma precipitada y que podría dar lugar a una ciudad algo caótica, quizá estropeando el encanto del lugar. En resumen, es una visita que puede ser agradable durante un viaje a Turquía, pero no me parece que Iconio sea indispensable.
Iconio es un centro espiritual importante de Turquía, y el mausoleo de Rumi (que también alberga el museo Mevlana) es un ejemplo impresionante de arquitectura selyúcida. A pesar de esto, la ciudad es poco visitada por los viajeros extranjeros. Por lo tanto, es un destino perfecto para los que prefieren recorrer caminos poco frecuentados.
Lo que me gustó de Iconio es todo lo que tiene la ciudad por ofrecer. Perdiéndome por las calles del casco antiguo, me encontré con una preciosa madraza medio abandonada fabricada en ladrillo y loza de color azul, así como con muchos otros edificios religiosos que databan de épocas diferentes y que tenían una gran calidad arquitectónica.
La ciudad también tiene un gran parque en pleno centro, donde los lugareños se reúnen en las noches de verano para compartir un picnic. Cuando hace bueno, el ayuntamiento organiza conciertos y diferentes tipos de espectáculos.
Iconio es la ciudad más religiosa y tradicional de Turquía. Es célebre por la orden «Mevleví», cuyos rezos consisten en girar sobre sí mismos vestidos con un hábito blanco. Sus miembros, los «derviches giróvagos», son, por tanto, muy fáciles de reconocer en la ciudad. El patrimonio que hay que visitar es, por supuesto, mayormente religioso y suele girar en torno a esta orden. El museo y las mezquitas están dedicados a ella. Además, es una ciudad que transmite una gran riqueza: hay mezquitas por todas partes, cada cual más bonita.
De hecho, esta religiosidad tiene sus ventajas y sus inconvenientes para Iconio. Por un lado, descubrirás grandes mezquitas y te cruzarás con fervientes creyentes, pero, por otro lado, esto hace que Iconio sea una ciudad poco acogedora y poco abierta, donde yo no me sentí muy a gusto.
La región que la rodea es volcánica y desértica. Hay sitios muy bonitos que ver, como el volcán de Karapinar, el sitio neolítico de Çatalhöyük (Patrimonio de la Humanidad) o el volcán de Acigol, entre otros. Estos lugares me gustaron más que la ciudad de Iconio en sí.