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Cascadas en Costa Rica: 11 maravillas naturales que explorar

Las impresionantes cascadas de Costa Rica condensan toda su belleza salvaje: la vitalidad del país, su biodiversidad y su conexión con la naturaleza. Desde la cascada del río Celeste hasta las de Nauyaca o las cercanas a Manuel Antonio, este recorrido te lleva por pozas cristalinas y saltos de agua espectaculares.

¿Listo para un baño refrescante entre bosques nubosos y densas selvas tropicales? ¿Y para excursiones por un parque nacional de Costa Rica sin apenas turistas? Aquí tienes once cascadas que no te puedes perder durante tu viaje a este país de ensueño.

Las cascadas imprescindibles de Costa Rica de un vistazo

  • Río Celeste
  • Nauyaca
  • La Fortuna
  • Bajos del Toro
  • Llanos de Cortés
  • Las Gemelas
  • La Paz
  • Bijagual
  • Uvita
  • Cascadas azules
  • La Leona

Las cascadas, el alma viva de Costa Rica

La energía natural de los paisajes costarricenses

En Costa Rica, las cascadas no son meras atracciones: brotan en mitad de la selva, rugen entre la vegetación húmeda y crean brumas ligeras bajo la canopia. Con cientos de caídas registradas, reflejan la riqueza del relieve costarricense: volcanes, valles profundos y bosques nubosos.

Son el hogar de una biodiversidad única —guacamayos, ranas de colores, monos aulladores— y también refugios naturales donde refrescarse y observar la fauna con respeto.

Una parada obligatoria en todo viaje a Costa Rica

Un viaje a Costa Rica no estaría completo sin visitar sus mejores cascadas. Reúnen en un solo lugar lo que define al país: naturaleza exuberante, sensaciones intensas y una conexión pura con los elementos.

Durante la estación seca (diciembre a abril) los caminos son más accesibles y las rutas de senderismo permiten llegar fácilmente a las cascadas. En la temporada verde (mayo a noviembre), las lluvias las vuelven aún más potentes y espectaculares.

©Huang

Las 11 cascadas más hermosas que explorar en Costa Rica

1. Río Celeste: un azul misterioso en el corazón del volcán Tenorio

En el parque nacional del volcán Tenorio, esta cascada emerge en medio de una selva exuberante. Su color turquesa, casi irreal, proviene de una reacción natural entre minerales volcánicos. La leyenda dice que Dios, al pintar el cielo, lavó aquí sus pinceles.

Importante: no se permite el baño, para proteger su frágil ecosistema. Solo queda contemplar y dejarse fascinar.

2. Cataratas de Nauyaca: el espectáculo salvaje de una doble caída

Al sur del país, cerca de San Isidro, las cascadas de Nauyaca caen en dos niveles: una primera caída vertical y una segunda más ancha, perfecta para bañarse.

Consejo: llega temprano para disfrutar del lugar en calma. El acceso se hace a pie o a caballo, con un recorrido de unos 8 kilómetros ida y vuelta.

3. Cascada de La Fortuna: entre fuerza y purificación

Situada bajo el volcán Arenal, esta cascada de 70 metros es una de las más famosas del país. Se accede bajando 530 escalones: un pequeño reto que vale la pena.

Consejo: haz la visita por la mañana para ver cómo la luz ilumina la bruma; se dice que sus aguas tienen propiedades purificadoras.

©Etienne Delorieux

4. Catarata del Toro: la fuerza pura de un cráter apagado

En la provincia de Alajuela, Bajos del Toro se precipita desde 90 metros de altura dentro de un antiguo cráter volcánico. Por el borde del cráter, la gran roca, teñida de ocres y rojos, crea un paisaje casi sobrenatural. El descenso de 45 minutos ofrece una inmersión entre ranas, mariposas y aves tropicales.

5. Llanos de Cortés: un baño familiar entre naturaleza

Una cascada ancha y de fácil acceso, ideal para familias con niños. Su poza de aguas claras invita a nadar, descansar y disfrutar del entorno. Es recomendable visitarla temprano entre semana para evitar las multitudes.

6. Las Gemelas y Oropéndola: el susurro del Rincón de la Vieja

En el parque nacional Rincón de la Vieja, dos cascadas gemelas se esconden entre bosques y cañones volcánicos. A poca distancia se encuentra la cascada Oropéndola, perfecta para nadar en un entorno selvático y tranquilo.

©Miguel Bruna

7. Cascada de La Paz: inmersión en un santuario natural

En la región del volcán Poás, las cascadas de La Paz forman parte de una reserva privada con senderos señalizados. Son cinco saltos en total rodeados de vida silvestre: colibríes, monos y perezosos.

Ideal para familias: incluye jardín de mariposas, vivero de ranas y centro de rehabilitación animal.

8. Bijagual: la joya oculta del Pacífico

Cerca de Jacó, esta cascada se descubre tras una caminata por la selva. Sin señalización ni aglomeraciones, es un lugar salvaje y silencioso.

Consejo: ve con un guía local para disfrutarla con seguridad.

9. Cascada Verde (Uvita): diversión tropical

Pequeña pero encantadora, la cascada Verde ofrece un tobogán natural de roca y una poza para nadar. Después del baño, puedes visitar el parque nacional marino Ballena o disfrutar del ambiente surfista de Uvita.

10. Cascadas azules: un pequeño paraíso turquesa

Vecinas de Bajos del Toro, las cataratas azules son una serie de cascadas de tonos azules y verdes, accesibles por senderos naturales. Menos visitadas, mantienen un encanto intacto entre helechos, selva y colibríes.

11. La Leona: entre roca, agua y aventura

En Guanacaste, La Leona es una cascada que exige esfuerzo: caminar por el río, trepar rocas y nadar por un cañón estrecho. ¿La recompensa? Una caída de agua cristalina entre paredes doradas.

Importante: solo se puede acceder con guía local y la caminata dura unas tres horas. Ideal para quienes buscan una experiencia más aventurera.

Preguntas frecuentes sobre las cascadas de Costa Rica

¿Cuál es la cascada más bonita de Costa Rica?

Es difícil elegir: la más bella suele ser aquella que encuentras tras una larga caminata, cuando la niebla se disipa y aparece la caída de agua entre la selva. Cada cascada tiene su encanto, su luz que crea un efecto óptico y su recuerdo único de lugar perfecto.

©Ap Hakeisolai

¿Cómo prepararse para explorar las cascadas?

Algunas se alcanzan en minutos, otras tras varios kilómetros bajo el calor y la humedad. Lleva calzado adecuado de senderismo, agua, bañador, toalla ligera y ropa transpirable. En temporada de lluvias, la mejor opción es llevar prendas ligeras que se sequen rápido.

Y, sobre todo, disfruta del camino: más que una excursión, es una experiencia sensorial por los senderos del país.

¿Dónde quedan las tres cascadas más famosas de Costa Rica?

La cascada del río Celeste se encuentra en el parque nacional del volcán Tenorio, en la provincia de Guanacaste. La Catarata La Fortuna está ubicada a escasos minutos en coche del centro de La Fortuna de San Carlos, bajo el imponente volcán Arenal. Las cataratas de Nauyaca se sitúan cerca de Dominical, en la costa del Pacífico sur.

©Rachel Lees

Explorar de otra forma: las cascadas como promesa de autenticidad

Caminar, ralentizar, sentir

Muchas cascadas se encuentran fuera de los circuitos más turísticos, accesibles solo a pie o a caballo. En el trayecto, la naturaleza te envuelve: el canto de los monos, el rumor del agua, la humedad de la selva.

Acompañado por un guía local, cada paso se convierte en historia. Aquí, la cascada no es un destino, sino una experiencia en sí misma. Es el ritmo de la naturaleza y de la pura vida.

©Kyle Loftus

Dormir junto al agua, vivir cerca del país

Nada mejor que pasar la noche en una finca familiar, un ecolodge con vistas a la selva o una cabaña de montaña junto a una cascada. El murmullo del agua te arrulla, el gallo pinto compartido con tus anfitriones se convierte en rutina y cada baño en piscinas naturales, en un recuerdo imborrable.

En esos momentos de autenticidad durante tu viaje de naturalezaCosta Rica se revela en su forma más sincera: lejos de los circuitos convencionales y más cerca de su corazón natural.

©Nate Neelson

Nuestro autor de Evaneos
Cristina
Growth Marketing Manager

Dar a conocer Evaneos a los viajeros —y mostrarles que pueden crear un viaje único y a medida con un experto local— es el núcleo de mi misión como Growth Marketing Manager para el sur de Europa. Lidero los mercados español e italiano. La promesa de Evaneos empieza mucho antes del primer mensaje: empieza cuando el viajero ve lo que es posible.

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