Es una extraña sensación la que me invadió mientras circulaba por la carretera 66. Tiene un carácter especial. ¡Hay que admitir que el entorno es allí, cuando menos, único! La línea amarilla parece extenderse hasta el infinito en esta extensión de nada. Mientras circulaba, tuve la oportunidad de conducir y de vivir tranquilamente el destino, haciendo numerosas paradas según me apetecía. Es verdad que no recorrí más que unos cuantos kilómetros en el estado de Arizona, pero la ruta se extiende hasta el este del país, de Chicago a Los Ángeles.
En la sección que yo conocí, la carretera 66 me recordaba vivamente el mundo de los "cow-boys". Las balas de heno que ruedan con el viento y el polvo no es algo que sólo ocurra en las películas del oeste, ¡existen! Vi pasar muchas durante mi estancia en este sector de los Estados Unidos.