La primera vez que fui a Seligman sólo vi unas pocas casas y espacios vacíos. Decepcionado, crucé la ciudad para continuar por la ruta 66.
Sin embargo, tras recibir indicaciones por parte de amigos americanos, volví a Seligman, esta vez para buscar el centro de la ciudad y sus tiendas ancestrales. La mayoría de éstas están cubiertas de suelo a techo (sin exagerar) de objetos recogidos a lo largo de los años relacionados con la historia de este legendario camino de América. Son como un museo y una tienda, todo en uno. La gente de la calle te podrá indicar los sitios de interés fuera de la ciudad.
El resto del centro de Seligman es también digno de visitar y fotografiar, especialmente si te gustan los coches de época. El ambiente del Oeste americano está muy bien representado. Es un paso importante en el camino hacia el Grand Canyon o hacia las cascadas de Havasupai.