Al sur de Monterey, en la costa de California, en la ciudad de Carmel vive una población muy rica que ha sabido conservar la esencia de un pueblo de pescadores en una ciudad residencial. Para proteger el "charm", la ciudad prohíbe señales de tráfico y otros elementos del estilo que no estén hechos de madera. En algunas partes de la ciudad incluso está prohibido instalar buzones, para cumplir con la estética del lugar.
A la entrada de la ciudad, la Mission San Carlos Borromeo de Carmelo es una iglesia bicentenaria construida por los primeros misioneros. La entrada es algo cara, pero la visita vale la pena. Carmel es conocido por sus monumentos y por su historia, pero también gracias a sus habitantes, de los cuales el más famoso es Clint Eastwood, quien fue incluso alcalde. El actor y director también tiene un hotel-restaurante en Carmel y, con un poco de suerte, si vas en temporada turística baja, puedes entrar a verlo. Yo no tuve esta oportunidad, pero la ciudad ya mereció la pena en sí misma.
Carmel es un pueblo con mucho encanto. Verás preciosas casas con una arquitectura que te recordará a los "cottages" ingleses. Parece que estemos en el decorado de una película. A los amantes del arte les encantará Carmel porque tiene muchas galerías. Su playa de arena blanca también merece la pena, aunque el agua esté demasiado fría para un baño. También vale la pena visitar Carmel Mission, una iglesia que es lugar de peregrinaje.
Carmel es un pequeño remanso de paz que te aconsejo visitar después de la tumultuosa San Francisco. Un pequeño toque de originalidad de este pintoresco pueblo es que no hay paneles publicitarios, farolas ni semáforos. La intención es la de preservar el carácter idílico y tranquilo del pueblo.
Para preservar su atmósfera de pequeño paraíso o para atraer a un turismo de lujo, la cuestión es que los precios en Carmel (hoteles, restaurantes, souvenirs...) son estratosféricos. Te aconsejo que te alojes en Monterey o en otra ciudad durante tu viaje a los Estados Unidos para no arruinarte.