Durante mi año de viaje por Norteamérica, entre Canadá y Estados Unidos, pasé varias veces por Fairbanks, pero no guardo ningún recuerdo especial de esta ciudad.
Recuerdo una ciudad sin demasiado interés, cuyo momento álgido del año es en invierno, cuando los trineos de la Yukon Quest llegan de Whitehose o se marchan hacia allí, siempre aclamados por una gran multitud.
También recuerdo un monumento que me llamó la atención, "We flew the same Sky", que cuenta la historia de los aviadores rusos y estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Me decepcionó ver que este episodio histórico no estaba muy arraigado en Fairbanks.
Para mí, Fairbanks no es de obligada visita a no ser que tengas compras importantes que hacer (antes de una ruta larga) o que las carreras de trineos tirados por perros te interesen especialmente.
Fairbanks es la ciudad de los buscadores de oro, con su pasado glorioso y su gusto por la aventura. También pasé una noche en el Cabin Nite Dinner Theater, un cabaret que cuenta la historia de los pioneros con música y canciones, para aquellos que quieran saberlo todo sobre aquella época con un toque de humor.
En Fairbanks, también visité una antigua mina de oro, donde pude extraer oro y llevarme con orgullo algunas pepitas.
Por último, aunque el recorrido me pareció demasiado turístico, me aventuré con el River Boat Discovery a visitar el Chena Indian Village, donde nos mostraron algunas tradiciones inuits en un pueblo reconstruido a lo largo de la orilla del río.