Durante mi estancia en el norte de Filipinas, hice una escala en Banaue, pueblo apreciado por su situación geográfica, su selección de alojamientos (la mayoría con vistas a los cultivos), guías y rutas de senderismo.
Situado más abajo de los arrozales en inmensas terrazas, no te vayas sin admirarlos desde uno de los miradores, accesibles en triciclo a unos diez minutos desde el centro. Se extienden en varias laderas opuestas de la montaña y serpenteando hasta la ciudad, creo que forman parte de los más impresionantes d ella región.
Finalmente, curiosos por esta región, pasar por el museo de la escultura fue para mí un buenísima oportunidad para descubrir las obras en madera, verdadero orgullo regional. También caminé por los alrededores de Banaue, para conocer a los artesanos en pleno trabajo, bordear los arrozales o encontrar algunas casas tradicionales. Es posible contratar un guía para mayor comodidad (aunque no se indispensable). Por mi parte, preferí caminar por mi cuenta y ofrecer una bella sonrisa para preguntar mi camino en caso necesario.