Dentro de las estaciones de altitud, Dalat es la mejor del turismo de Vietnam. Cuando llegué a Dalat, de inmediato me encantaron el clima más fresco y el aire más respirable de esta altitud.
Te aconsejo dar primero una vuelta al lago artificial y, después, visitar el mercado. Probé las fresas y las moras, enormes y deliciosas. Un placer que no te puedes perder bajo ningún pretexto. En cuanto al resto, también visité los numerosos y célebres vestigios coloniales, el campo de golf, el convento, el instituto Yersin, la residencia del gobernador, las villas, y, como colofón, su espectacular estación. Una vez realizadas estas agradables visitas, me monté en un escúter. La región de Dalat se presta a hacer rutas preciosas, en las que pude descubrir bonitos pueblos y hermosas cascadas de agua.
En resumen, mi estancia en Dalat fue estupenda, así que te aconsejo que vayas sin dudarlo a pasar agradables momentos en esta conocida estación.
La ciudad de Dalat se erige en la montaña y está rodeada de verdes colinas. Debo decir que Dalat está llena de turistas, tanto extrangeros como vietnamitas. El clima fresco y montañoso les tira. También se puede salir de marcha por los bares de la ciudad, que son para todos los gustos. El lago Xuan Huong, en el centro de Dalat, es un sitio agradable donde se pasea muy a gusto. Justo al lado, visita también el colorido jardín de las flores.
Las villas y las mansiones del barrio francés de Dalat tienen un estilo colonial con mucho encanto. Este ofrece unas vistas preciosas de la ciudad de Dalat, su lago y su famosa "Torre Eiffel".
Lo que más me gustó de Dalat no fue la ciudad en sí, sino sus alrededores. Para los amantes de la naturaleza, Dalat es muy rica: hay parques, lagos, cascadas y un montón de pueblos rurales que descubrir. Yo fui a visitar el pueblo de Lat, donde viven minorías étnicas. Me encantó y, además, la gente era muy simpática.
No te puedes marchar sin haber probado el famoso vino de Dalat. Pienso que es el mejor que se puede encontrar en todo el país.
La localidad de Dalat me gustó, sobre todo, por sus pasteles. Realmente, probé muchos en diferentes lugares y ninguno me decepcionó. Encontré especialmente agradable perderme por sus calles, incluso cuando explorar la ciudad a pie no era nada fácil por el tráfico.
Me gustó mucho la visita a la llamada Casa de locos. Su arquitectura y diseño son increíbles; casi me parecía estar en Barcelona, frente a una obra de Gaudí. No había visto nada igual durante mi viaje a Vietnam, es realmente impresionante. El lugar atrae a muchos visitantes, en su mayoría, vietnamitas. Dediqué a esta visita más de 2 horas.
Después, disfruté de alquilar una moto y recorrer los valles que rodean al lago. La ruta es muy agradable, aunque haya algunos tramos algo complicados. La vista no es de las más bonitas que he visto en Vietnam, pero sigue siendo un buen recuerdo. Encontré algunos pequeños rincones aislados donde pude observar a algunos niños jugando o pescando.