Ubicada a lo largo del puerto Dayot, en una península de treinta kilómetros rodeada por inmensas dunas, Isla Ballena no se puede comparar, en mi opinión, con sus vecinas tailandesas. No encontré aquí la imagen de isla tropical con aguas turquesas que me esperaba. En el agua, la visibilidad es muy reducida y la playa es muy pequeña. El club de buceo, dirigido por un francés muy amable, ofrece, sin embargo, paseos en barco por un precio asequible.
Pero el lugar aún tiene algún encanto por descubrir. Disfruté de hacer un tour a pie por la isla, recorriendo las rutas señalizadas, y me gustaron mucho las vistas de la península y del archipiélago de Hong Gom. Por contra, me quedé horrorizado por la contaminación del lugar, causada, principalmente, por las granjas marinas de los alrededores. Algunas playas parecían auténticos vertederos.
Aún así, Isla Ballena sigue siendo, para mí, una buena opción para relajarte durante tu viaje a Vietnam.