Para llegar desde el centro de la ciudad yo tomé un barco. Me pareció una buena idea porque así pude contemplar la bonita estampa de la pagoda en su conjunto.
Me encantó subir sus empinados peldaños (esto hay que avisarlo) para ir descubriendo poco a poco esta célebre pagoda de la Dama Celeste, una torre budista de 7 plantas que representan las 7 reencarnaciones de Buda.
Lo que más me gustó fueron las vistas desde lo alto de esta colina y el ambiente relajante que reina en este lugar. El parque que la rodea está bien mantenido y cuenta con una increíble variedad de bonsáis grandes y pequeños.
Hay monjes viviendo allí, lo cual aporta al lugar un aire de lo más espiritual. Se les puede ver arreglando el jardín, comiendo, o si hay suerte, rezando.
Fui muchas veces a esta pagoda ya que es muy agradable pasear por allí. Lejos de la agitación de la ciudad, el tiempo se detiene y se puede disfrutar de una pausa en mitad de un circuito por Vietnam.