Escocia en septiembre

El momento perfecto para un viaje a Escocia suele extenderse de mayo a septiembre, y septiembre destaca como una excelente elección. En esta época viajarás en la encrucijada de las estaciones, entre finales del verano y principios del otoño, cuando los paisajes comienzan a teñirse de rojo, dorado y brezo, y la atmósfera se vuelve más apacible.
Podrás explorar Edimburgo o las Tierras Altas sin las multitudes veraniega, hacer senderismo en valles silenciosos y detenerte en un pub del pueblo para degustar un guiso o un crujiente y delicioso fish and chips.
También es un buen momento para disfrutar de festivales locales, participar en actividades al aire libre gracias al buen tiempo y empaparse de las tradiciones escocesas, desde las destilerías de whisky hasta los mercados de artesanía.

En septiembre, se disfruta de un clima escocés generalmente suave, con temperaturas medias que oscilan entre 10 y 17 grados, dependiendo de las regiones y la altitud. En las Tierras Altas, las mañanas pueden ser más frescas, a veces envueltas en niebla, mientras que las zonas costeras, como la isla de Skye, suelen tener un aire más suave y una luz cambiante que realza los relieves.
El tiempo sigue siendo variable, fiel a la reputación de Escocia con sus días de lluvia: una mañana soleada puede dar paso a un chubasco pasajero, para luego volver a tener un cielo despejado. Pero es precisamente este juego de luces lo que hace que las caminatas por la naturaleza sean tan impactantes en esta época del año.
En Edimburgo, el clima sigue siendo agradable en esta temporada, con días aún suaves que invitan a pasear por las calles empedradas de la ciudad vieja o a subir hasta Arthur’s Seat para admirar la ciudad bajo una luz dorada. Los parques como Holyrood o The Meadows comienzan a teñirse de amarillo y rojo, anunciando la llegada de la temporada con sus magníficos colores otoñales.

En tu circuito de septiembre podrás recorrer una Escocia en plena transición, cuando las hojas comienzan a enrojecer y los valles se iluminan con tonos cobrizos. En el norte, la famosa North Coast 500 revela acantilados azotados por el viento, playas desiertas y pueblos como Ullapool, perfectos para hacer una pausa entre caminatas.
Al sur, en las Scottish Borders, visitarás edificios históricos como castillos medievales o abadías en ruinas, entre colinas envueltas en una luz dorada. El este, alrededor de Aberdeen, ofrece una inmersión en la cultura marítima, con sus pintorescos puertos y sus festivales de otoño. Al oeste, pon rumbo hacia la isla de Skye o las Hébridas, donde los lagos y montañas envueltos en niebla crean cuadros espectaculares.
A finales de mes podrás comenzar a ver los primeros signos del otoño en los Cairngorms o alrededor del Loch Lomond & The Trossachs. En estas zonas boscosas, algunas especies como los abedules o los arces comienzan a cambiar de color, pasando gradualmente del verde a tonos dorados o rojizos. Las orillas de los lagos y las laderas cubiertas de brezo se convierten en lugares propicios para observar la evolución del paisaje, especialmente durante paseos al final del día, cuando la luz resalta los contrastes estacionales. Aunque aún no estén en su máximo esplendor, los colores del otoño comienzan a instalarse sobre todo en zonas resguardadas y húmedas.

Para un circuito inolvidable en Escocia en septiembre, la primera recomendación es empezar por Edimburgo, donde se exploran las salas del castillo ubicado en su roca y se pasea por el Royal Mile, entre callejuelas empedradas y viejas piedras cargadas de historia. Luego toma la carretera hacia el lago Lomond, para hacer una caminata junto al agua, rodeado de colinas arboladas y vistas tranquilizadoras.
Después continúa hacia Fort William siguiendo la West Highland Way, una de las carreteras más emblemáticas en Escocia, con paisajes espectaculares y valles abiertos sobre las Tierras Altas. Y dirígete en tu ruta en coche hacia la isla de Skye, conocida por sus acantilados escarpados, sus pueblos aislados y sus cambiantes luces. El viaje termina en Inverness, a las puertas del lago Ness, donde se observa la bruma que flota sobre el agua, quizás vigilando al monstruo más famoso del país.
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El Braemar Gathering es uno de los Highland Games más antiguos y prestigiosos de Escocia, que se celebra cada año a principios de septiembre en el pueblo de Braemar, en el corazón del parque nacional de Cairngorms. Este evento atrae a visitantes de todo el mundo, especialmente debido a la presencia regular de miembros de la familia real británica.
Allí podrás presenciar competiciones emblemáticas como el lanzamiento de tronco (caber toss), tira y afloja y carreras de colina. Estas pruebas van acompañadas de demostraciones de danzas tradicionales escocesas, conciertos de gaita y desfiles en kilt, en un ambiente festivo y lleno de orgullo nacional. Paseando entre los puestos, se pueden degustar especialidades locales como el bridie, una empanada rellena de carne picada sazonada, típica del noreste de Escocia.

En septiembre, hay en Escocia muchas actividades adaptadas a las familias, con un clima aún suave y paisajes que cambian lentamente de color. En las Tierras Altas, se puede hacer senderismo en senderos accesibles, donde se puede observar la fauna: ciervos rojos en los valles o águilas planeando sobre las crestas. En Carrbridge, el Landmark Forest Adventure Park permite a los niños divertirse en tirolinas, recorridos en altura y zonas de exploración en pleno bosque.
También se pueden asistir a festivales culturales durante el mes de septiembre, como el Royal National Mòd, donde se descubre en familia la música, el canto gaélico y las danzas tradicionales. Y para terminar de forma lúdica, se puede embarcar en una excursión en barco por el lago Ness, en busca de Nessie, entre leyendas, paisajes brumosos e historias contadas por el capitán. Una aventura sencilla y memorable que fascinará tanto a niños como a adultos.

Para una estancia en Escocia en septiembre, debes vestir teniendo en cuenta un clima variable, donde se puede pasar del sol a la lluvia en cuestión de horas. Para los días con alta probabilidad de lluvia, se adopta la técnica de las capas: una camiseta de manga larga, un jersey cálido o un polar, y una chaqueta impermeable para las frecuentes lluvias, especialmente en las Tierras Altas.
Son preferibles los pantalones cómodos de tela o el material técnico, prácticos para hacer senderismo en caminos húmedos, así como calzado cómodo para las caminatas. Para los días ventosos o las noches frescas, un par de guantes ligeros y una bufanda pueden marcar la diferencia, ya sea a orillas de un lago o en una plaza de Edimburgo. Es mejor prever un poco de más que quedarse corto.