
La industria finlandesa ha transicionado de la silvicultura a la electrónica, pasando por la metalurgia. Sin embargo, la industria forestal sigue siendo muy querida por los finlandeses.
Cuando el país finalmente se libró de la influencia de Rusia y Suecia y se independizó en 1917, las exportaciones eran en su mayoría de origen forestal.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Finlandia tuvo que indemnizar a la URSS. El tratado de paz firmado en París en 1947 requería que los finlandeses pagasen las deudas de guerra al gigante soviético. Estas deudas no fueron pagadas en moneda sino en bienes materiales: motores, locomotoras, barcos, máquinas y herramientas. Dentro de lo malo, Finlandia se vio casi recompensada. Además del privilegio de haber sido capaz de mantener su independencia, la obligación de proporcionar productos metalúrgicos a la URSS permitió a Finlandia desarrollar sus astilleros y fundiciones a la vanguardia de la tecnología. Después de este período de amortización, en los años 1980, la industria forestal se vio superada por la industria del metal que continuó creciendo. La década de 1980 ha visto la mayor tasa de crecimiento económico del país, y la más alta entre los países industrializados.
En la década de 1990, fueron los sectores de las telecomunicaciones y la electrónica los que se avanzaron a los demás. El ex-líder mundial en telefonía, Nokia, es una empresa de Finlandia.
Aunque desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar la reconversión de la economía industrial, pasando de la silvicultura a la metalurgia y después a la electrónica, la industria forestal sigue siendo una actividad emblemática de Finlandia. En 2006, según un documento del Ministerio de Agricultura y Silvicultura de Finlandia, un 3,8% de los trabajadores activos trabajan en la explotación forestal. En el sector industrial, esto representa hasta un 16% del empleo y un 20% de la facturación.
Finlandia está cubierta por bosques en sus tres cuartas partes, tocando a 4 hectáreas de bosque per cápita, de las cuales el 90% son para la explotación comercial. Los recursos forestales son significativos y proveen a la industria con materia prima de calidad. Aunque el clima no sea favorable a la agricultura, sí lo es para los pinos, abetos y abedules. Innovación y tradición: la madera se utiliza tanto para la energía como para la producción de papel y celulosa. Estas últimas (papel y celulosa) han sido deslocalizadas en América Latina y China en los últimos años. El eucalipto crece bien allí, las fibras son más económicas y los mercados del futuro están allí, hecho que reduce los costes de transporte.
La ley finlandesa garantiza una silvicultura sostenible: el 95% de la madera de los bosques comerciales es un recurso certificado. Una buena gestión de los bosques, fomentando el uso racional, asegura un aumento de los recursos de madera (política que se aplica también en el extranjero). La legislación trata siempre de tratando de encontrar un equilibrio entre la producción y los valores ambientales. El bosque es muy querido por los finlandeses no sólo por su valor comercial. Ofrecen un marco ideal para actividades de ocio como el senderismo, la equitación o el esquí. Cabe destacar que, aunque el 60% de los bosques son propiedad de personas físicas, "el derecho universal" permite a cualquier persona que lo desee recoger frutas y setas en la tierra de otras personas.
La industria forestal de hoy en día combina consideraciones económicas, sociales y ambientales.