Ir al valle de Chianti es ir al corazón del alma italiana, de su gastronomía, de su refinamiento. El Chianti es en principio ese vino de origen controlado (DOC en italiano), producido exclusivamente en los cerros ancestrales entre Florencia y Siena, que hace las delicias de los enólogos de todo el mundo. Pero también son paisajes increíbles de viñedos, olivos, bosques densos, imponentes residencias rústicas a veces centenarias, mansiones, y pequeñas carreteras pintorescas serpenteando a través del paisaje montañoso.
Pero también son esos restaurantes gastronómicos que sirven lo mejor de la cocina toscana, con sus productos frescos, de temporada, cosechados en la región y regados con por su puesto un... chianti tinto. Por todas estas razones, el valle de Chianti ha sido para mí uno de los destinos más seductores de mi recorrido por Italia, y recomiendo a los viajeros que lo anoten en su itinerario por Italia.
Encontré el valle del Chianti una de las zonas más fascinantes de la Toscana. En primer lugar, me cautivó por los paisajes del valle: olivares exuberantes, hermosas colinas y viñedos que se perdían en el horizonte. ¡Un panorama de absoluta belleza! Te aconsejo que hagas un alto en Castellina in Chianti para disfrutar de las vistas del valle del Arbia.
Este panorama combina perfectamente con otra característica de Chianti: su gastronomía de renombre, con productos frescos de la zona. Me deleité con el raviggiolo, un queso de leche de oveja envuelto en hojas de helechos, y la "biscetta alla florentina", un plato de carne de vacuno chianina, una especie bovina muy famosa en la región. Eso, sin olvidar las célebres pastas y las lasañas hechas con aceite de oliva virgen extra.
El valle del Chianti es también conocido por su amplia selección de embriagadores vinos tintos, incluyendo el Montalcino y el Montepulciano. Las bodegas de Chianti tienen mucho prestigio. Recomiendo una parada en Greve di Chianti, un pueblo conocido por su feria anual del vino.