Al llegar a Corniglia desde Vernazza por el camino que bordea la costa, por la ladera de la montaña, va apareciendo poco a poco el pueblo, tras dar una breve marcha por los campos de olivos. Las casas de Corniglia, colocadas sobre un espolón de roca, están también recubiertas de pintura amarilla, roja y naranja, formando un cuadro tan bonito como sorprendente, que encantará a los aficionados a los viajes insólitos.
La particularidad de Corniglia, es que, a diferencia del resto de pueblos del parque nacional de las Cinque Terre, no tiene acceso directo al mar. Sus callejuelas merecen tomarse una pausa antes de volver al camino. Si sigues el camino que va hacia Manarola, comprobarás que el sendero atraviesa terrazas en las que crece la viña, uno de los principales cultivos de la región.