Changu Narayan, que se encuentra entre los santuarios hindúes más famosos del país, era el orgullo de este pequeño pueblo de ladrillos rojos. Por desgracia, no pudo librarse del seísmo devastador que arrasó la ciudad en la primavera de 2015, ni tampoco de la segunda sacudida que tuvo lugar el 12 de mayo de 2015.
Construido en la cumbre de una colina que data del siglo VI, el templo está dedicado a Vishnou (Narayan en hindú). El lugar está repleto de alojamientos para los muchos peregrinos que nos precedieron en los siglos pasados.
En la incertidumbre de saber cuál su estado actual, espero que puedas, al igual que hice yo, admirar sus puertas de oro, sus esculturas de madera y sus extrañas figuras de piedra, mitad hombre, mitad mujer: las parejas de Shiva-Parvati y Vishnou-Lakshmi, que están representadas mediante un solo ser. Un lugar tan espiritual como romántico.
Sal a dar un paseo por el pueblo de Changu Narayan y su templo si te puedes permitir unos cuantos días en los alrededores de Katmandú. Se puede llegar a pie dando un paseo de 2 horas por el bosque desde Bhaktapur. Elegí la opción del colorido autobús local, y que tenía el mismo aspecto sonoro y visual de los últimos éxitos de Bollywood... Una música que no es demasiado espiritual, pero que tiene la virtud de poner de buen humor a todo aficionado kitsch.
Aunque el lugar no es tan turístico como la plaza Durbar, las tiendas de recuerdos están todo alrededor del templo. Es normal que Changu Narayan haya sido declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Supongo que los habitantes de este rincón esperasen, al momento de mi visita, ver aumentar el número de visitantes cada año.
El lugar me gustó mucho, y hay que admitir que, tras encadenar visitas a tantos y tan diversos templos (en esta zona son innumerables), comenzaba a ser (reconozco mi culpa) un poco exigente... Pero este pueblo, con unas casas tradicionales magníficas, y sobre todo, con un muy buen ambiente, vale la pena una parada; recomendable.