Trujillo es una ciudad realmente auténtica . La ciudad no está ubicada dentro del itinerario habitual que se hace en el típico viaje a Perú. Por lo que es necesario tener el tiempo y las ganas necesarias para hacer una escapada al norte. La verdad es que yo me encontré con muchos menos turistas que en el sur. Gracias a esto, la ciudad ha sabido conservar su autenticidad, por lo que es muy agradable pasear por sus calles. La Plaza de Armas es magnífica y colorida. En ella reina un ambiente especialmente agradable .
En Trujillo se respira mucha vida. Las calles están repletas de colectivos, que son furgonetas que hacen la función de taxi y que van llenas la mayoría de las veces. Cada colectivo cuenta con su propio “jalador” o captador de clientes: uno que grita, otro que sube, otro que baja, otros que se agrupan... Es verdaderamente desconcertante.
Trujillo atrae sobre todo a un rango de turistas muy concreto, los amantes de la historia y de las culturas antiguas. Alrededor de la ciudad se pueden encontrar vestigios de dos civilizaciones diferentes: la moche y la chimú. Los conjuntos arqueológicos de Chan-Chan y las Huacas del Sol y de la Luna son sencillamente impresionantes. Son la razón principal por la cual Trujillo está considerada como la capital de la cultura peruana. Además, se come bastante bien.
Cuando estuve en Trujillo, fue por motivos laborales. Mi trabajo consiste básicamente en encontrar organizaciones no gubernamentales y asociaciones para proponerles participar en una plataforma que promueve un turismo beneficioso para la comunidad local. El objetivo es ofrecerles la oportunidad de formar parte de un escaparate en el cual puedan mostrar a los visitantes sus propuestas y acciones. Gracias a esto, tuve la ocasión de descubrir diferentes proyectos sociales, comprender los principales problemas a los que se enfrenta gran parte de la población de Trujillo y, sobre todo, de conocer gente realmente involucrada que pone todo su corazón en mejorar el futuro de su comunidad.
Algunas de sus iniciativas eran realmente inspiradoras. Además, pude descubrir numerosos barrios de la ciudad, algunos de ellos en zonas menos turísticas, como La Esperanza o Huanchaquito. Lugares que, acompañados de un guía local, merecen la pena ser visitados.
Cuando estuve en esta parte de Perú, tuve la suerte de poder alojarme en casa del tío de mi compañero, que celebraba su cumpleaños. Estuvimos de fiesta y bailando Huayno hasta bien entrada la noche, como es habitual en Perú. Y para comer, degustamos un delicioso conejillo de Indias preparado por las mujeres de la casa. En resumen, ¡fue una velada perfecta!
Estuve de viaje por Perú en 2013. Quería explorar el norte del país, que es menos turístico y tiene muchos restos arqueológicos. Para ganar un poco de tiempo hice en avión el trayecto de Lima a Trujillo, donde me quedé dos noches.
No es que Trujillo me dejara un recuerdo imborrable. Es una ciudad sin grandes puntos de interés y te la recorres bastante rápido. La plaza de Armas me pareció bonita. Puedes sacar buenas fotos, con todos aquellos edificios antiguos, el palacio y la catedral.
La ciudad de Trujillo no me causó una gran impresión ni nada parecido, pero estuvo bien para visitar la región, sobre todo las magníficas ruinas de las Huacas del Sol y de la Luna y las de Chan Chan.
Aconsejaría visitar esta parte de Perú solamente a los apasionados de las ruinas antiguas y de los complejos arqueológicos e históricos, porque abundan muchísimo.