Los amantes de la historia disfrutarán de lo lindo recorriendo las calles de Varsovia. Esta increíble capital, destruida en un 85 % durante la Segunda Guerra Mundial, integra perfectamente la arquitectura reconstruida de época con los edificios modernos.
Aconsejo:
Guarda el mapa en la mochila y deambula sin rumbo por las calles del casco antiguo. Te enamorarán sus fachadas multicolores y sus callecitas estrechas.
Mi opinión
Varsovia se visita igual de bien de día que de noche. Me maravillaró la belleza de su Palacio de la Cultura, con los edificios modernos que lo rodeaban. Por la noche, todos estos edificios se iluminan: un regalo para la vista que encantará a los aficionados de la fotografía.
Varsovia es una capital rica en historia. Entre otras cosas, albergó el mayor gueto judío. Podrás darte cuenta de lo grande que era por las líneas del suelo que, a lo largo de varios kilómetros, marcan los límites de la barrera que los judíos no podrían cruzar. También tiene numerosos museos y monumentos en memoria de estos hechos.
El casco antiguo fue, para mí, la más grata sorpresa de Varsovia. Tras la seriedad de la visita dedicada al gueto, me encantó este soplo de aire fresco. Me sorprendió mucho la diferencia entre el centro histórico y el resto de la capital. Que sepas que durante 30 años la ciudad se fue reconstruyendo tal como era, y el resultado es, cuando menos, impresionante. Sus calles adoquinadas te llevarán hasta unas esplendorosas iglesias, plazas para descansar a gusto un rato y, finalmente, hasta las murallas. Un momento genial de cultura y de desconexión.
