Magnífico lago glaciar, el lago de Garda tiene unos paisajes impresionantes con sus aguas de color azul intenso, sus montañas literalmente sumergidas en el lago, sus pueblecitos centenarios a las orillas y sus carreteras cercadas por cipreses serpenteando alrededor. No es de extrañar que el lago de Garda se haya impuesto como el destino estival preferido para muchos italianos y extranjeros que en verano se reúnen en sus numerosos complejos turísticos.
Menos señorial que el lago de Como, el lago de Garda no tiene nada que envidiarle, con unos paisajes igual de maravillosos y pueblecitos llenos de encanto. Sin embargo, el gentío en verano puede hacer que el lago (en algunas zonas) resulte un poco agobiante. Por tanto, te recomiendo informarte bien antes de plantearte tu alojamiento durante tu viaje por Italia.
Dar una vuelta completa al Lago de Garda puede llevarte hasta 3 días, si tienes prisa te recomiendo que hagas una escapada por algunas zonas emblemáticas del lago.
Uno de los sitios que más me gustaron fue la ciudad de Sirmione, situada al sur del lago, con un rico patrimonio medieval. A poca distancia de Sirmione podrás admirar las famosas Cuevas de Catulo: ruinas de termas romanas. Si te gustan los paisajes bucólicos, puedes visitar la orilla oeste del lago. Me gustó mucho pasear por el pueblo de Gargnano: un lugar encantador rodeado de invernaderos con limoneros y cidros.
Si prefieres hacer algo de deporte, te recomiendo la estación la Riva del Garde, al norte del lago (para deportes náuticos) y Malcesina para los aficionados al senderismo de altura: se trata de una pequeña localidad que cuenta con un teleférico que lleva hasta el Monte Baldo (2218 metros), ¡un espacio natural absolutamente espléndido!