Durante mi viaje a Italia, en la región de Apulia, visité Locorotondo justo después de Alberobello. Es una ciudad redonda que abraza los contornos de la colina sobre la que está construida. La vi de lejos, anclada sobre su promontorio rocoso y me detuve a mirarla.
Es bastante único de ver, una ciudad completamente blanca, que parece que ha sido situada sobre una llanura y que domina el valle de viñedos y huertos. Penetré en su recinto por la vieja puerta "Napoli". Aquí no hay "trulli", estas casas redondas con tejados cónicos sino casas blanqueadas con tejados de losas.
El olor de jazmín embriaga el ambiente pues trepan por los muros. Deambulé por el azar de las calles, me perdí en su dédalo de callejuelas, descubriendo iglesias y palacios barrocos. No se va a Locorotondo por sus monumentos, es por su encanto tan particular. Tras una buena hora de marcha, llegué a la "piazza central" y me senté en la terraza de un café. Debía probar el vino blanco de la cosecha, con Denominación de Origen Controlada, que es excelente.