La enorme Casablanca es una mezcla de belleza y fealdad. La ciudad hace frente al Atlántico y las olas van a romper al pie de la magnífica mezquita de Hassan II, pieza central de la arquitectura árabe.
Aconsejo:
Contemplar el océano a lo largo de la playa es una experiencia muy agradable. Al llegar a la corniche de Aïn Diab, se ve el Atlántico salvaje y la ciudad bajo una espesa niebla, que está presente casi siempre.
Mi opinión
No puedo decir que Casablanca me haya enamorado. De hecho, la he visitado dos veces, pero no he recorrido el interior de la ciudad, ya que ésta es enorme. Guardo el recuerdo de una ciudad grande, con mucho ruido y mucha contaminación, pero seguramente tiene más que ofrecer.
En particular, mi visita a la mezquita de Hassan II se quedará grabada para siempre en mi memoria. El lugar está lleno de detalles de una precisión increíble. Este monumento es una joya, lo visité en dos de mis estancias en Marruecos. Además, hay visitas guiadas que se organizan cada hora, excepto los viernes, cuando los horarios varían por las oraciones.
También me encantó el mercado, instalado al lado mismo de la mezquita. No es un lugar destinado al turismo como el mercado central o la medina Bab Marrakech. De hecho, me sentí muy extranjero, con mi mochila a la espalda y tan alejado de los caminos turísticos, pero los marroquíes me obsequiaron,una vez más, con la cálida bienvenida que les caracteriza.
