Setti Fatma está ubicado en una garganta al pie del Alto Atlas y atrae a los turistas que están de vacaciones por Marruecos. A primeros de marzo es un pueblo bonito y florido donde abundan los almendros y cerezos. En verano te recomiendo que vayas a comer a Setti Fatma para refrescarte un poco después del calorín de Marrakech.
Si te gustan los saltos de agua, ve a las siete cascadas: hay una piscina natural con agua burbujeante en medio de un paisaje virgen. Llegar a la primera cascada es facilito, pero para las otras hay que tener cuidado con los desprendimientos de piedras por el camino. Aunque no es algo que pueda asustar a los marrakechíes más temerarios.
En épocas en las que está muy masificado, te recomiendo refugiarte en el valle Zat, un valle salvaje menos conocido. Personalmente me encantó hacer este recorrido en mula, por mitad de las huertas excavadas en los acantilados, y todo con una cálida acogida por parte de los lugareños.
Durante una estancia en Marruecos, en los meses más calurosos, se agradece el frescor del valle del Ourika. El lugar se llena rapidamente de turistas extranjeros o de marrakechís. A pesar del gentío, aprecié este paseo en el Alto Atlas, cerca de Marrakech.
La localidad de Setti Fatma, con sus casas de color ocre, su mezquita roja y sus coloridas alfombras, marca el fin del valle del Ourika. Desde este valle emprendí a pie la ruta de las siete cascadas.
Te aconsejo utilizar buenas zapatillas para esta caminata, pues, rápidamente, el sendero se vuelve bastante escarpado, algunos tramos solo son accesibles con escalera y las piedras resbalan. Para disfrutar plenamente de este paseo, no olvides contar con algunos dirhams para disfrutar de un zumo de naranja en alguna de las numerosas terrazas naturales con fabulosas vistas a las montañas y al valle.