En mi camino hacia Sri Lanka disfruté especialmente de este lugar, anclado sobre la colina de Mihintale, en el monte Mahinda. Para llegar hasta allí es necesario ascender los 1840 escalones de piedra, en compañía de los muchos peregrinos locales que acuden desde todas partes de la isla para visitar el lugar. Es precisamente aquí donde Mahinda acudía para impartir las enseñanzas de su maestro, pues era discípulo de Buda (razón por la que el monte lleva su mismo nombre). Disfruté especialmente del ascenso, junto a toda la población local, y de la majestuosidad del sitio una vez alcanzada la cima. Eso sí, si acudís a una hora tardía, necesitaréis esforzaros bajo un sol abrasador, Las vistas son impagables, impresionantes; todo el lugar parece emanar un ambiente de tranquilidad y mágico.
Atención: con toda probabilidad os convertiréis vosotros mismos en una atracción turística para la juventud local, más incluso que el propio lugar, sólo por vuestra condición de "occidentales". Estos adolescentes, para quienes aquel lugar les parece un paseo dominical, os podrían seguir para bombardearos con las fotos de su ordenador portátil. Recordad usar siempre ropa adecuada.