Mi ciudad australiana preferida y de lejos. No es sorprendente que Melbourne sea elegida, normalmente, como una de las mejores ciudades del mundo por su calidad de vida y su bienestar. Me sentí allí increíblemente bien, el centro es agradable y muy humano, con una increíble escena culinaria, una cultura del buen café, una población joven y moderna, una escena musical dinámica, un énfasis en el desarrollo sostenible muy marcado y muchos eventos deportivos que marcan el ritmo del año.
Solo algunos pequeños puntos negros en el cuadro, a mi modo de ver: el tamaño de la ciudad que se extiende sobre kilómetros y kilómetros y que obliga a todo el mundo a utilizar constantemente su coche. Además, Melbourne es una de las pocas grandes ciudades australianas que no está directamente situada sobre el océano y que se vuelca hacia el interior más que hacia la costa, en la cual hay pocas playas o solo dan sobre la bahía y no sobre el océano.
En resumen, si Sidney es, quizás, más pintoresca para las vacaciones, yo recomendaría sin dudarlo Melbourne para una estancia más larga en Australia.
Melbourne es una ciudad muy agradable para vivir donde no se siente tanto el estrés de las grandes ciudades (que por cierto es un poco el caso en el resto de Australia). Por momentos, Melbourne me hizo pensar un poco en Londres, muy cosmopolita, con gentes de todos los estilos, horizontes distintos y muchos artistas.
Durante tu recorrido por Australia, te recomiendo ir a pasear por St Kilda, allí es donde se encuentra la playa de Melbourne. No sueñes mucho porque al estar situada en una bahía, el agua no es demasiado bonita, pero el barrio es muy divertido, tiene incluso un parque de atracciones. Acércate también a la torre Eureka, al piso 88, eso sí que vale la pena. Fui allí al atardecer para disfrutar de las vistas, ver la puesta de sol y contemplar la ciudad en la noche. Ese edificio es una de las torres residenciales más altas del mundo.
Si quieres disfrutar de las vistas desde un rascacielos de forma gratuita, ven al bar del hotel Mercure, que está situado en el piso 20 de la torre y después ve al baño... son de cristal y desde allí se puede contemplar toda la ciudad.
¿Melbourne o Sídney? Fue la pirmera pregunta que me hice para mi punto de aterrizaje en Australia. Tras varias dudas, opté por Sídney, por el clima considerado más clemente, pero también por la omniprsencia del mar y el lado chic de la ciudad. Me habían dicho que Melbourne es la más europea de las ciudades de Australia. Por lo tanto menos exótica que Sídney, incluso si es relativamente más "cool". He podido comprobar todas esas afirmaciones permaneciendo varios días allí a lo largo de mi viaje. Efectivamente, algunas callejuelas, las "lanes" como Hardware Lane y Degraves Street, que caracterizan el centro de la ciudad de Melburne y le dan un aspecto underground, se parecen, para mí, a algunas calles de Barcelona; el barrio alternativo de Fitzroy con la Brunswick Street, un barrio bohemio con viejas fachadas, con librerías, pubs, musica en directo y galerias de arte, me recordó a algunas ciudades de Inglaterra.
Melbourne es una ciudad que se mueve, artística y culturalmente hablando: museos, conciertos, calles llenas de Street Art, como Hosier Lane. Cosmopolita, Melbourne también es, gastronómicamente hablando, el lugar donde hay que comer, para probar una cocina internacional. Entre los lugares que me han gustado: el Federation Square, el original y fotografiado barrio de la estación y los museos, con todos esos edificios con una arquitectura singular; el Mercado Queen Victoria, un enorme mercado cubierto donde es fácil perderse, ideal para hacer comprar recuerdos; el jardín botánico, un espacio verde donde te olvidas de la ciudad; el barrio de Chinatown, con sus arcos de bienvenida, tan típicos.
Si no llueve en Melbourne, porque el tiempo es bastante inestable en esta región, puedes ir a St Kilda, ¡la única playa de la ciudad! Finalmente, si deseas ver los alrededores, puedes ir a saludar a los pingüinos de Philip Island, o, y es un imprescindible durante un viaje a Australia, hacer la Great Ocean Road, ¡no te decepcionará!