Corcovado, la selva tropical en estado puro
En la península de Osa, al sur de Costa Rica, la playa de Corcovado es un concentrado de naturaleza virgen. Bordeada por la selva tropical del parque nacional, despliega su arena oscura frente al poderoso océano Pacífico, entre los gritos de los monos aulladores y los vuelos de los guacamayos escarlata. Aquí no hay tumbonas ni bares, solo el estruendo de las olas, las huellas furtivas de los tapires y la sensación de estar en el fin del mundo. Un verdadero paraíso salvaje, ¡y sin multitudes!
Concles y Chiquita: spots de surf lejos de las multitudes
Al sur de Puerto Viejo, las playas de Cocles y Chiquita forman un dúo idílico, escondidas entre la jungla y el mar turquesa. Adyacentes entre sí, ofrecen un pequeño rincón de paraíso tranquilo. El agua está calentita, el ambiente es muy relajado y las condiciones ideales son para surfear sin prisas. Surfistas principiantes, profesionales o curiosos: todos encuentran aquí su ola. Es un lugar perfecto para iniciarse en el surf, lejos de las multitudes, en un entorno sencillo y muy bien preservado.
Conchal: la playa de los caparazones en Guanacaste
En la región de Guanacaste se encuentra la impresionante playa Conchal, una de las más sorprendentes de Costa Rica. Como su nombre indica, está cubierta de millones de trozos de conchas que brillan bajo el sol. Un paraíso mágico para los niños, que adorarán buscar pequeños tesoros. No olvides el equipo de snorkel: el agua, turquesa y tranquila, es ideal para bucear. Porque bajo la superficie te espera otro espectáculo: peces coloridos y arrecifes de coral.
Playa Hermosa: refugio de paz en Santa Teresa
La playa Hermosa, en la costa pacífica de Costa Rica, lleva su nombre por una buena razón. Bordeada por colinas verdes, esta playa virgen de Santa Teresa, de arena gris claro ofrece un ambiente tranquilo, lejos del bullicio. El agua está tranquila, ideal para bañarse en familia, hacer snorkel, bucear, hacer paddle o pescar en alta mar. Menos turística que sus vecinas, este tesoro aún bien guardado seduce por su calma y autenticidad.
Tamarindo: la playa bioluminiscente
Tamarindo es la playa estrella de la costa pacífica de Costa Rica. Surf, sol, restaurantes geniales y ambiente relajado: este animado pueblo vive desde la mañana hasta la noche. Sus largas olas son perfectas para aprender a surfear, y sus puestas de sol son más que espectaculares. Pero la verdadera sorpresa llega por la noche: algunas de ellas, el mar se ilumina gracias a la bioluminiscencia. Cada movimiento hace brillar el agua con reflejos azulados. ¡Una experiencia memorable durante un viaje a Costa Rica!
Playa Manuel Antonio: donde la selva toca el mar
La playa de Manuel Antonio es un mundo aparte, donde la jungla literalmente se precipita sobre el océano. En cuestión de minutos se llega a calas aisladas con aguas turquesas. En esta franja de arena fina y blanca en forma de herradura, los monos capuchinos toman fruta mientras las iguanas toman el sol. La arena blanca contrasta con el denso verde de la selva tropical, ofreciendo un escenario casi irreal. Es el lugar perfecto para disfrutar de un safari en miniatura.
Punta Uvita: la playa en forma de ballena
Punta Uvita, en el parque nacional Marino Ballena, es famosa por su playa en forma de cola de ballena, visible durante la marea baja. Un guiño perfecto a la región, conocida por la observación de ballenas jorobadas. Este banco de arena único se adentra en el océano, rodeado de aguas turquesas y arrecifes. Consejo de nuestros expertos locales: camina hasta el extremo de la playa y disfruta del alegre parloteo de los guacamayos. Un espectacular paraíso natural, aún más mágico visto desde el cielo.
Península de Nicoya, en la costa pacífica
Si sueñas con playas vírgenes, dirígete a la costa del Pacífico, en la península de Nicoya. Aquí encontrarás kilómetros de arena dorada, calas secretas y puntos de surf conocidos en todo el mundo, como Santa Teresa o Nosara. Para un ambiente aún más tranquilo, dirígete a la playa de Carrillo, una extensión de arena aún poco conocida.
Manzanillo: la playa de arena blanca por antonomasia
La playa de Manzanillo es la Costa Rica de las postales, pero aún mejor. En la costa sur del Caribe, ofrece todo lo que se espera de una playa de postal: arena blanca, agua turquesa, palmeras inclinadas y selva de fondo. Lejos de las multitudes, es el lugar perfecto para aprender a desacelerar, darse un chapuzón en familia o nadar en sus aguas tranquilas. Aquí no hay ruido, no hay multitudes; solo naturaleza, calma y paisajes perfectamente preservados.
Puntarenas, en la península de Osa
En el extremo sur del país, en la provincia de Puntarenas, la península de Osa también tiene todo el aspecto de un paraíso salvaje, con su arena dorada bordeada de cocoteros y el vuelo de los guacamayos rojos. Bahía Drake y las playas del parque nacional Corcovado ofrecen una experiencia única: caminar por kilómetros de arena casi desierta, entre selva tropical y océano Pacífico.
Playa Negra: la mítica playa de arena negra de Cahuita
Playa Negra es la perla oscura del pequeño pueblo de Cahuita. Su arena negra volcánica contrasta con el azul del mar y el verde de las palmeras, creando un escenario tan poderoso como inolvidable. Dormir la siesta a la sombra de las palmeras, caminar durante horas con los pies en la cálida arena, zambullirse en las olas: el flechazo es unánime en este rincón de playa poco concurrido. Se acude aquí por su belleza cruda y sin filtros, y su ambiente bohemio.
Sámara: la playa donde se vive la pura vida de verdad
Playa Sámara es el lugar perfecto para disfrutar del auténtico espíritu pura vida. Arena dorada, aguas tranquilas, puestas de sol espectaculares... todo invita a relajarse. El pequeño pueblo vive a su propio ritmo: tranquilo, sin estrés, con solo la cantidad justa de ambiente para no aburrirse nunca. Aquí se surfea, se hace picnic con los pies en la arena, se charla con los lugareños, se olvida la hora. No se necesita planificación aquí: solo hay gozo.