Haciendo autoestop llegué a Puerto Elizabeth, donde pasé media jornada. Aprecié el hecho de que fuera una ciudad moderna, con muchas tiendas y bares, así como una playa urbana muy amena. Sin embargo, no me retuvo más tiempo.
Puerto Elizabeth ha sido golpeada, al igual que Ciudad del Cabo, por la injusticia del régimen del apartheid. Los habitantes se han distribuido "por raza" (según la clasificación del régimen) y están obligados a residir townships por los alrededores de la ciudad. El museo South End explica este episodio trágico de la historia sudafricana. Hoy día, gran parte de la ciudad está dedicada a la industria, y los desplazamientos no son sencillos allí.
El paseo entre las playas King Beach y Humewood resulta agradable, ya que lo frecuentan muchos deportistas. Por desgracia, el centro de la ciudad no es seguro al caer la tarde.
No me gustó nada Puerto Elizabeth. No hay nada que hacer y el viento es muy fuerte (por algo su nombre en xhosa ibhayi significa «ciudad ventosa»). Si te gustan las canteras navales y las industrias faraónicas, estarás encantado, ya que el decorado es muy industrial, salvo el centro, que tiene algunos edificios coloniales de calidad. Puerto Elizabeth a veces es conocida como la Detroit sudafricana, con eso lo digo todo. Los townships afectados por el paro son tentaculares y se nota la inseguridad de la ciudad.
Además, incluso la playa, aunque esté vigilada, es muy peligrosa, frecuentada por tiburones al estar en la desembocadura de los ríos. La ciudad no tiene ningún interés, salvo por el aeropuerto y sus agencias de alquiler de coches. Aterriza aquí si quieres visitar la región pero vete enseguida hacia Bahía de Jeffreys o Cabo Saint Francis, frecuentados por delfines y surfistas.