Situada a ambas orilla del río Bow, Calgary es una importante localidad canadiense muy próspera gracias al petróleo. Conocida por haber sido la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988, Calgary es también la ciudad de la Stampede, un festival anual de espectáculos de rodeo.
Aconsejo:
Pasea a lo largo del río y la histórica calle de Calgary: la Stephen Avenue. Descubrirás casas construidas en el siglo XIX, la Calgary Tower y el Museo de Glenbow. Esquía en las pistas del Canada Olympic Park.
Mi opinión
Sinceramente, siempre había pensado que los indios y los vaqueros pertenecían exclusivamente a la cultura de los Estados Unidos, concretamente al estado de Texas. Sin embargo, Alberta es también una región muy influenciada por las historias de indios y vaqueros. Se puede ver a gente caracterizada para la ocasión por las calles durante una fiesta anual llamada Stampede, en la cual todos disfrutan al máximo de los espectáculos de rodeo que se celebran. Además, si te ves con ganas de hacer 180 kilómetros, te recomiendo el Precipicio de los bisontes de Head Smashed-In, situado en una reserva india al sur de Calgary. Un centro de interpretación ubicado en el precipicio donde se hacía saltar al vacío a los bisontes, te mostrará todos los secretos de las antiguas tradiciones de caza de los indios. En Calgary, encontrarás tiendas especializadas en accesorios para vaqueros, en la 8th Avenue S.W. (South West). Las calles de Calgary están dispuestas en damero, por lo que puede es muy sencillo encontrar las calles y los diferentes barrios con mucha facilidad una vez que se comprende el sistema. Los inmensos rascacielos del centro que dominan la ciudad desde las alturas, pertenecen en su mayoría a las compañías petrolíferas que se instalaron aquí a lo largo del siglo XX.
Me gustó bastante esta gran ciudad, a pesar de que no es especialmente atractiva desde un punto de vista estético, con su arquitectura de corte moderno sobre un paisaje llano, sin relieves. Durante mi visita, di un paseo a lo largo del río y luego visité la Calgary Tower, en la Stephen Avenue: esta calle peatonal está flanqueada por dos filas de esculturas de acero en forma de árboles. Permiten suavizar el fuerte viento que se filtra entre los edificios. La torre es impresionante, pero no llegué a subir. Cuando se alcanzan los -20 grados en invierno, uno agradece el poder refugiarse en los pubs o en los centros comerciales de la Stephen Avenue. En Calgary, también tuve la oportunidad de asistir a un partido de hockey de los Calgary Flames en el Scotiabank Saddledome. Con sus pantallas gigantes y un ambiente ensordecedor, los días de partido el estadio se tiñe de rojo, el color del equipo local. Un verdadero espectáculo comparable a los partidos de la NBA que siempre había visto por la tele. Una experiencia que debes vivir, incluso aunque no conozcas las reglas del hockey. Durante el descanso, pude saborear la bebida canadiense por excelencia, el César (o Caesar): ¡un cóctel a base de vodka y zumo de tomate muy similar al Bloody Mary! En Calgary también hay un impresionante zoo que hará las delicias de los más pequeños, pero que yo no tuve ocasión de visitar.
Por último, Calgary está ubicada a los pies de las Montañas Rocosas de Alberta. Es por tanto un punto de partida ideal para hacer excursiones a Banff y Lake Louise, ¡dos ciudades que no te puedes perder durante tu viaje a Canadá!
