Me encantó Baie-Saint-Paul, un pueblecito sin pretensiones en el que paré brevemente durante mi viaje en coche por la provincia de Quebec. Es una ciudad de arte y de historia, por sus casas típicas y por sus numerosas galerías de arte.
Las calles Saint-Joseph y Saint-Jean-Baptiste son preciosas y están muy animadas. Es muy agradable pasar el rato contemplando sus magníficos caserones de colores. Para comer bien y con buen ambiente, te aconsejo que vayas al Café des Artistes de la calle Saint-Jean-Baptiste.
Si te gusta la cerveza, te recomiendo que hagas una degustación en una cervecería artesanal que conocimos gracias a los conductores que nos llevaron en autoestop: la Microbrasserie Charlevoix, que puedes visitar mientras vas probando sus caldos.