Tras un retiro de quince días en un áshram de Rishikesh, capital mundial del yoga, quisimos alejarnos de los circuitos más conocidos para descubrir Haridwar, que es menos turística pero que, sin embargo, atrae a numerosos indios.
Hasta aquí habría caminado el dios Visnú, una de las tres deidades más sagradas del hinduismo, dejando su huella al pie de los ghats (escalinatas que conducen al río) donde cada día miles de hindues rinden homenaje al Ganges.
Nosotros no nos saltamos la regla y también acudimos a esta ceremonia para tratar de comprender un poco más la cultura india. Un momento inolvidable, con todas esas velas, esas coronas de flores, esos cantos y ese olor a incienso. Los más valiente incluso podrán sumergirse completamente en el Ganges. ¡Nosotros solamente nos mojamos los pies!
Haridwar, es una ciudad sagrada para los hinduistas y aunque está menos concurrida por turistas extranjeros que Benarés, está repleta de peregrinos indios. Al igual que en Benarés, la tradición dice que si nos bañamos en el Ganges en Haridwar antes de morir, evitamos el ciclo infernal de la reencarnación.
Durante mi primer viaje por la India pasé allí una jornada y visité el templo de Chandi Devi, que estaba repleto de gente, y vi los Ghat (lugar donde se practican rezos espirituales a orillas del Ganges). En las inmediaciones de los Ghat se pueden ver muchos templos dedicados a diferentes deidades. Al parecer se puede ver una huella del pie de Vishnou, pero nos lo perdimos. A mí me decepcionó bastante la visita a la ciudad y el calor sofocante.
A menos que seas hinduista, no creo que merezca la pena ir allí.