Fui a Bagdogra por casualidad, porque tenía que tomar un avión en su lugar, pero no lo he lamentado en absoluto.
Los pocos días que pasé en Bagdogra fueron realmente agradables, en primer lugar porque la ciudad no es muy turística. Además, los conductores de los rickshaw me ofrecían constantemente ir a Darjeeling. Sentí que me había sumergido de lleno en la India, me encantó perderme por las callejuelas que siempre acababan llevándote a un pequeño templo. El calor era bastante sofocante y húmedo (finales de mayo), así que encontré refugio varias veces en las tea shop donde pude contemplar escenas cotidianas de la vida.
Durante mi viaje por la India , Bagdogra me pareció una pausa relajante y reparadora, a pesar del inevitable tráfico. Tan pronto uno se aleja de la calle principal, vuelve la calma. No hay muchas actividades turísticas que hacer en esta ciudad, eso es lo que me atrajo.