La pequeña Lhassa, residencia del Dalai Lama y de los tibetanos exiliados, atrae a un sinfín de turistas tanto por sus maravillosos paisajes como por la comunidad tibetana que se refugia en ella.
Aconsejo:
Deja atrás todo el frenesí del centro y vete a disfrutar de la tranquilidad del barrio tibetano. Asiste a una clase de filosofía, consulta un astrólogo tibetano o piérdete entre las páginas de los libros sagrados de la biblioteca.
Mi opinión
Mi primera impresión de McLeod Ganj no fue de las más positivas. El Dalai Lama, siempre que está presente, organiza algunos encuentros públicos y la ciudad se llena de turistas en masa. Entre las cadenas de restauración y las innumerables tiendas de recuerdos, necesité bastante tiempo para poder apreciar esta ciudad de montaña.