La atracción principal de Galle es su fuerte, vestigio del pasado colonial de Ceilán (antiguo nombre de Sri Lanka) y la mayor fortaleza construida por los europeos en Asia. Tras llegar en vespa al recinto de la fortificación, continué a pie, ya que el lugar no es muy extenso. Es mucho más agradable pasear a pie por esas viejas callejuelas, algunas de las cuales todavía albergan viejos edificios. Entre ellos, te aconsejo visitar el antiguo hospital, el tribunal y la iglesia holandesa.
Uno de los símbolos de Galle es su faro blanco, que se alza orgullosamente al final de la ciudad. Desde allí, disfruté de la vista del océano Índico y de la Pagoda de la Paz, un obsequio de Japón, que se puede ver en la colina cerca de Unawatuna. ¡También fue allí donde me encontré por primera vez con un encantador de serpientes!
Galle es una ciudad costera. Tenía tiempo para dar una vuelta por la playa cercana al fuerte, y me detuve en el pequeño mercado que vende pescado fresco mientras los barcos aún faenan justo detrás, en la bahía. Esta es, para mí, una etapa indispensable en cualquier viaje a Sri Lanka.
Si vas de viaje por Sri Lanka, seguro que pasarás por Galle. Este antiguo puerto de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales ha conservado sus construcciones europeas.
Me encantó dar un paseo por la fortaleza. Es la más grande que construyeron los europeos en Asia. Es muy curioso que usaran corales para levantar los muros, en vez de piedras. Siempre hay gente paseando por el adarve, incluso los días de lluvia.
El fuerte está siempre muy animado. Dentro hay muchas tiendas interesantes y se pueden distinguir arquitecturas diversas. También me impresionó la iglesia holandesa, reformada sobre las tumbas de las víctimas de la malaria. Las tumbas están marcadas con el símbolo de la calavera.
Si tu sueño es descubrir Sri Lanka y su historia, tienes que visitar Galle sí o sí. Tienes que ir y conocer la ciudad que en el S. XVIII fue el puerto más importante de la isla y una escala imprescindible de la ruta de las especias.
No sirve de nada visitar la Punta de Galle con una idea concreta en mente. Lo mejor es dejarse llevar por los sentidos y recorrerse las callejuelas al azar. Cada una te tiene alguna sorpresa reservada: tiendecillas, casas coloniales perfectamente conservadas, iglesias, templos, mezquitas... No te lo pienses dos veces y entra: sus puertas ocultan muchas veces patios con mucho encanto donde tomar una copa y refrescarse.
Las vistas al mar que tienes desde las murallas son espectaculares, cómo no. Dirígete hacia el faro por el paseo de las magnolias que va hacia el bastión de la Aurora. Allí encontrarás una playita minúscula, muy concurrida por las mujeres y niños de la ciudad. Otro punto original es la mezquita, que se alza blanca y resplandeciente junto a la orilla. Se trata de una antigua iglesia, reconvertida en mezquita.