¡Yo aproveché esta ocasión para comer buen pescado! La ciudad es conocida por su pescado y sus mariscos. De hecho, la economía local depende mucho de la pesca.
Un pequeño consejo: si quieres conocer Essaouira sin que esté lleno de turistas, es mejor que vayas en invierno. Es verdad que el clima no es tan bueno, pero como contrapartida, descubrirás el toque de autenticidad de Essaouira.
Essaouira es una de las primeras ciudades que conocí, después de los grandes centros de Rabat y Casablanca. Lo que más me gustó de la ciudad fue ese lado auténtico que conserva: los asnos que ocupan las calles estrechas del mercado, el puerto bullicioso, los puestos llenos de color de los mercados de especias, el canto del muecín cuando llama a la oración, en este momento de mi visita a Marruecos, todo era nuevo para mí.
Hay ciudades que se quedan por siempre grabadas en el corazón y en el alma. Esauira es para mí una de ellas. Se la recomiendo a todos los viajeros durante una estancia en Marruecos. Esauira es una ciudad fortificada que da al océano. Su magnífica medina es considerada patrimonio de la UNESCO. Es un placer perderse por sus callejuelas, con todos sus ruidos, sus colores y sus olores.
Muchos extranjeros se han instalado en Esauira, enamorados del encanto de esta ciudad cautivadora donde el tiempo se detiene. En verano, atrae a muchos turistas, ya que es una de las ciudades más frescas y agradables de todo el país.
Para los aficionados al surf y al kitesurf, las playas de los alrededores de Esauira son largas y en ellas rompen olas muy grandes.
Después de varios viajes a Marruecos, me parece que Essaouira es la ciudad más adecuada para callejear: plazas umbrías en las murallas de la kasbah, pasando por las avenidas de los zocos...
Sin olvidar las galerías de arte de los pintores de la ciudad, que se inspiran del legado gnaoua (una cofradía marroquí): me gustó mucho la obra de Mohammed Tabla, cuyos cuadros infunden una especie de trance artístico con sus colores con fuertes contrastes.
Si te gustan los caminos tranquilos, te aconsejo que reserves un tiempo para dar un paseo por el barrio de los ebanistas. Enseguida percibirás los efluvios de los naranjos, del cedro y de las tuyas berberis que producen las virutas de madera que cubren el suelo de los talleres. Olores sutiles que te acompañarán durante días.